martes, 2 de marzo de 2010

Una cierta tendencia de la publicidad en Andalucía

Históricamente Andalucía ha ofrecido al mundo un perfil creativo sobresaliente, con importantísimas aportaciones en el terreno de las artes y en el área del pensamiento filosófico y social. Sin embargo, Andalucía también ha ocupado tradicionalmente un lugar rezagado en aspecto el económico y empresarial, con respecto a los principales espacios de desarrollo.
La publicidad constituye un resorte esencial para la dinámica de tales entornos. Entonces cabe preguntarse si el sector publicitario andaluz se muestra sensible al contexto económico en que se desarrolla tanto como a manifestar de algún modo una valiosa singularidad respecto de otras actividades menos creativas.

Parafraseando a Truffaut cuando, en pleno nacimiento de la Nouvelle Vague, reflexionó sobre una cierta tendencia del cine francés, podríamos plantearnos cuál es esa cierta tendencia de la publicidad que se vislumbra en Andalucía.

Hoy en día podemos hacer hincapié en dos factores principales para estimar la realidad y perspectivas de la publicidad de Andalucía: el fenómeno de la globalización y la evolución del sistema productivo.

En primer lugar, la globalización del discurso mediático junto con la consolidación de Internet, y la lógica de los públicos (cada vez más “formados”) destierra la mayoría de “localismos” en comunicación, aquellas claves publicitarias que obtengan éxitos a nivel global tenderán a lograrlo en contextos más reducidos, y no al contrario, con lo que los horizontes cada vez más universales del trabajo publicitario articularán mensajes cada vez más eficaces.

En segundo orden, el modelo socioeconómico de los principales ámbitos de desarrollo ha venido experimentando un proceso de crecimiento-corrección-evolución-sostenibildad que nos ha llevado a redefinir sucesivamente sus credenciales en materia de transformación y productividad: de la “sociedad industrializada” pasamos primero a la “sociedad de la información”, para evolucionar en la actualidad hacia una “sociedad de la imaginación”. Estaríamos, por tanto, en un modelo especialmente apoyado en sectores como el nuestro (el publicitario), y un sector como el nuestro (el andaluz) sustentado aún más en el valor añadido de la comunicación creativa. ¿Por qué no confiar en la vocación por el talento y el ingenio y el arte del carácter andaluz como protagonistas de excepción en este modelo socioeconómico? Y más todavía: creer en este modelo como una oportunidad excelente para Andalucía.

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